...y de un caminante y de sus huellas, 1995 (Primera Exposición Personal)
“…y de un caminante, y de sus huellas”
Galería: Sala Oscura, Centro de Arte Curadores: Rubén Hechavaria y Ernesto Blanco Por Lic. Ernesto Blanco Sanciprián. Resulta difícil escribir acerca de la obra de algún plástico reconocido por la oficialidad, más aún cuando este se encuentra por encima o fuera del alcance de dicho reconocimiento, pero no menos difícil es concebir un texto que aborde la incipiente obra de un bisoño - léase en el sentido más noble del que se inicia en la nada fácil “arte de la creación plástica”. Y es que precisamente el ser que nos ocupa se encontraba, justo hasta hoy, fuera del alcance de la valoración especializada, por lo menos el de la oficial y no el de aquellos que han penetrado el recinto de su “creación íntima”, el de los retratos y autorretratos; el de las copia-valido en tanto método autodidacta que van desde un “Mickey Mouse” (trabajo que marca su inicio) pasando por un Landaluce o un Chartrand hasta un Velázquez o "El Divino” Luis de Morales. Y he aquí lo sorprendente de este joven adepto, que no estando afiliado a ninguna institución artística descubrimos pretensiones nada comunes en los iniciados de este arte, el deseo de representar su personal estampa a través de un género que ha motivado a toda generación de artistas, y es que el autorretrato será tema, sino recurrente, por lo menos de marcada importancia en su producción antes del ingreso a la escuela. Ya lo vemos retomar dicho tema en su actual condición de estudiante con aciertos y desaciertos propios del espíritu en formación, utilizando una técnica tan compleja como al oleo, no estudiada por el aun pero en una evidencia del deseo de conquista, como ha hecho con otros procedimientos no convencionales como la encáustica por solo citar uno. Pero no se detiene en técnicas pictóricas, sino que, con un talento que puja por crecer, incursiona en el grabado demostrando habilidades en búsqueda que no lo limitan a la simple impresión gráfica. Eduardo tiene el ansia de aprender, de no conformarse con los resultados, tiene características que lo aproximan al estudiante ideal, al no reducir el proceso de aprendizaje a lo enseñado en clase, busca por aquí, experimenta por allá, siendo una suerte de terreno fértil en donde luego de ser arrojada la semilla, se prende para iniciar el crecimiento hasta no sé donde parar. Por lo menos confió que así será. Holguín Cuba. Julio, 1995. ![]()
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